Cruel asesinato de Eloy Alfaro
El 28 de enero de 1912, en la ciudad de Quito, una horda de criminales, impulsada por los más recalcitrantes grupos de conservadores de aquella época, entre ellos grupos garcianos, liberales, derechistas, oportunistas y clérigos fanáticos repudiables, y algunos militares traidores a la Revolución Alfarista del 5 de junio de 1895, cometió uno de los más horrendos crímenes en la persona del “Viejo Luchador”, el general Eloy Alfaro, y algunos de sus coidearios, entre ellos sus hermanos, los generales Medardo y Flavio Alfaro, así como Ulpiano Páez y Manuel Serrano, y el periodista Luciano Corral, los mismos que fueron asesinados en el penal García Moreno y arrastrados hasta el sitio El Ejido, en donde fueron incinerados, tomando en cuenta que dos días antes, en Guayaquil, fue asesinado el general Pedro J. Montero.
Según los historiadores, estuvieron directamente involucrados en estos hechos, además del clero conservador, el general Leonidas Plaza Gutiérrez y Carlos Freile Zaldumbide, terratenientes y dueños de indios y sedientos de poder y riqueza, sin embargo nunca se castiga a los reales autores de estos crímenes, manteniendo una recóndita impunidad, como hasta hoy.
Entonces desde aquella época, hasta hace pocos años, los amos del país han tratado de frenar los intentos de cambio, han fomentado la corrupción y han entregado nuestras riquezas a las potencias explotadoras de siempre.
La Revolución Alfarista disminuyó los privilegios a los terratenientes opresores, construyó el ferrocarril para unir a Sierra con la Costa, abrió escuelas y colegios laicos, dio ciertos derechos en favor de la mujer, creó el Registro Civil, eliminó el concertaje, nos heredó una educación laica y gratuita, además de profesionalizar las Fuerzas Armadas.
Por todo esto, nuestro pueblo debe saber que el general Eloy Alfaro fue un revolucionario en favor de los marginados. Por todos estos motivos se lo ha declarado el “mejor ecuatoriano de todos los tiempos”.